Mostrando entradas con la etiqueta erótico. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta erótico. Mostrar todas las entradas

miércoles, 24 de abril de 2013

Capítulo 8.


CAPÍTULO 8.
Tras poco más de diez minutos hablando en los que Sara se mordía la lengua, literalmente y casi hasta hacerla sangrar, para reprimir sus sentimientos hacia la chica de pelo bermejo, empezó a pensar cuánto tiempo más podría aguantar. Pero debía un par de favores y el objetivo de la misión era medianamente honrado… Dejar bien a la policía, hacer sufrir a un corrupto, recuperar fondos para la seguridad en centros públicos… y demostrar a una niñata que su padre le importaba, y también ella a él. Y en cuanto a los remordimientos por derribar una facultad a mitad de curso (¿remordimientos? Ni que fuera ella quien activaría la bomba…) no eran tan fuerte como los celos que le hacía sentir por alguien que acababa de conocer y que ni siquiera le importaba. Porque desde luego que no le importaba ese pringado… En un momento, en que los tres se quedaron sin palabras y no sabían qué decir, el chico dijo:
-Creo que seguimos –un plural, evidentemente usado para reconfortar a Sara, que consiguió su objetivo- sin saber tu nombre…
Ella sonrió y sin decir nada, cogió el móvil de él, que estaba sobre la mesa, y apuntó su número, con el nombre de Neus. “Llámame”, dijo. Y se giró a seguir haciendo como que copiaba algo de la pizarra. Desconcertado, casi desorientado, se giró hacia su compañera, a la que consideraba una experta, preguntándole con la mirada qué hacer ahora. Pero en su mirada no vio más que un odio –injustificado, a su parecer- hacia esa clase de chicas que calentaban al personal para nada. Pero entonces oyeron que Neus susurró un impaciente “¿a qué esperas?”.
Quería una perdida para guardar su número… Pues claro… Así que llamó. Pero en cuanto su teléfono, que por supuesto no estaba silenciado, sonó, la chica se lo llevó al oído hablando sola, se puso en pie, y salió como si nada. Ahora también Sara estaba perdida, y ambos se miraron de igual a igual….durante unos segundos. Lo que tardó en llegar un mensaje preguntando cuánto pensaban hacerla esperar. Ambos salieron apresuradamente, de no ser porque Sara la cogió, él se habría dejado la carpeta con los planos de la facultad… Cuando salieron de la clase, se la encontraron tumbada completamente en las escaleras en las que hacía unos minutos habían estado sentados. Era la personificación del “quiero lo que quiero cuando quiero”.
-¿Y ahora qué?-preguntó al verlos.
-Si no te da miedo que este cabrito venda tus órganos en Asia –dijo sorprendiendo a éste con un puñetazo seguido de un beso en la mejilla-, tenemos una furgoneta ahí fuera… ¿Qué dices?
-Que estoy en desventaja, sois dos para una…al menos deberíais invitarme antes a tomar algo,  ¿no? Espero que la furgoneta sea para ir a algún sitio mejor…
-Si te hace ilusión-dijo él, despegando los labios por fin- podemos meter un colchón en la parte de atrás, pero tenemos un amigo que hace poco ha abierto un local a diez minutos de aquí y se alegrará de ver que le llevamos clientes.
-¿Ahora…? –dijo ella haciéndose de rogar- mejor dadme un minuto que entro a por mis cosas.
Y volvió a entrar en la clase, dejando a los dos tan atónitos como era de esperar.
-¿Cómo dices lo de los órganos…? Podrías haberla espantado…
-Sí, claro –respondió ella, picada-… Es evidente el sentido de la responsabilidad de esta chica… Me pregunto hasta qué punto hacemos un bien al mundo salvándola…
Esto le recordó que pronto todo el edificio volaría por los aires, y se miró el reloj. Aún tenían más de veinte minutos antes de que empezara el simulacro de incendio. Por el momento, todo iba bien.



sábado, 6 de abril de 2013

Capítulo 7.


CAPÍTULO 7.


Sin muchas esperanzas de éxito, entró en la clase delante de ella, con paso firme, más para impresionarla que para que SU plan funcionase. El objetivo se sentaba en primera fila y tras un instante de vacilación, pues no quería situarse demasiado cerca de un profesor que al no conocerles podría echarles de clase, se dispuso a sentarse justo tras ella. Pero otros dos chicos, estaban sentándose precisamente ahí, dejando  junto a él, en la silla inmediatamente anterior a la de la chica. Sin decir una palabra, cedió el paso a Sara, con una mirada que ésta comprendió al instante. Con una seguridad que a él le pareció envidiable para cualquiera del sexo contrario, y un movimiento de caderas que le obligó a mirarla donde la espalda pierde su nombre, se situó junto al chico de la chaqueta y le preguntó con una gran sonrisa si ese sitio estaba ocupado. Ante la evidente negativa de éste, tomó asiento junto a él, justo tras la chica que buscaban.

-¿Cuánto dices que llevas sin entrarle a una tía? –Dijo a su compañero, que ya estaba junto a ella, en voz baja y cubriendo con la mano una maliciosa sonrisita.

 -Para tu información-respondió él sin ni mirarle a la cara, garabateando en el dorso del plano de la facultad. Ni folios les habían dado… -, la última vez fue una chica la que intentó seducirme a mí. Luego le disparé a la cara. Llevaba horas tiroteándonos, y en un momento que se paró a recargar, aparecí tras ella.

-El matador de las féminas… aquí esas cosas funcionan de otra manera…

_No me siento especialmente orgulloso de ello-siguió él, ignorándola. Presionaba sobre el papel con tanta fuerza, el bolígrafo empezaba a quebrase.-…  Pero mientras con una mano desnudaba su pecho, con la otra desenfundaba un revólver oculto en su entrepierna. Un instante más y… Y…

Antes de que encontrara palabras con las que proseguir su relato, y para relajarle un poco antes de que empezara a gritar o a llamar la atención, Sara le besó. No en la boca, por supuesto, sino en la barbilla, justo bajo el labio inferior, tal y como hacían en las películas, según había oído en alguna parte, pero el efecto fue justo el esperado.

-No te emociones-dijo nada más soltarle-. No es que crea que lo merezcas, ¿eh?, es sólo para que estos dos dejen de mirarme… ¿Le vas a decir algo, o qué?

Algo confuso, miró a la chica que tenía delante. Escribía haciéndose la aplicada mientras el chico sentado junto a ella tenía que conformarse con charlar con su amiga, bastante menos agraciada. Aunque, según pensó, tratando de evitar la comparación con las otras dos chicas, no estaba nada mal. Y además, era mucho más simpática… Era la típica amiga simpática. Llegados sus pensamientos a este punto, no pudo evitar una sonrisa. Siempre le había hecho gracia ver como todos esos tópicos machistas se cumplían, pero al comprobar que todo seguía siendo así, que nada había cambiado en el mundo que hace tiempo había abandonado, volvió a despertar en él todo tipo de sensaciones, tan agradables como ya olvidadas, hasta ese preciso momento.

-¡Espabila!-Dijo Sara, chasqueando los dedos antes su cara.

-Sigamos con los tópicos-susurró él, dejando caer el astillado bolígrafo al suelo-¡Tss! ¡El boli! ¡Pelirroja! ¡Eo!

Ante el caso omiso de la chica, y mordiéndose el labio presa de un sentimiento bastante similar a los celos, Sara dio una patada al respaldo de la silla de ésta, que, girándose y con un inocente gesto en su cara, dijo:

-¿Es a mí? Perdona-recogió el bolígrafo. Y ya estaba a punto de devolvérselo a su dueño cuando pareció pensárselo mejor y añadió, dirigiendo la punta del bolígrafo a su boca-… Te lo cambio por tu nombre…

-¿Lo ves?-interrumpió Sara, claramente molesta y lo suficientemente alto como para que la otra chica también le oyese- No era tan difícil…

Estaba hecho…







 








viernes, 15 de marzo de 2013

Capítulo 6.


CAPÍTULO 6.
-Pues no parece tan difícil…-Caminaban ambos en silencio, acababan de subir las escaleras de la entrada y se dirigían a través de pasillos llenos de alumnos que en el descanso entre clase y clase para salir a fumar, hablar con los de otras aulas o simplemente estirar las piernas. Desde que bajaron del furgón no habían cruzado palabra, ni tampoco miradas, e intentaba romper el hielo. Ella no contestaba.- ¿no?
-Calla-susurró como quien intenta escuchar un lejano e instantáneo murmullo-… ¿No ves que intento pensar?
 -¿En nuevos lemas para tus camisetas?-Era improbable, pero a lo mejor estaba enfadada de verdad porque no se la había puesto, y quería volver a sacar el tema. Le encantaba sacar temas incómodos, y no había tenido tiempo de incomodarla con otra cosa- Venga, estás más perdida que yo, cuando quieras dejas el papel de súper-girl que lo controla todo y comentamos qué vamos a hacer…
Era cierto. No tenía ni idea de por dónde empezar. Pero naturalmente, no pensaba darle la razón. Por suerte, se le daba bien improvisar y hacer como que sabía de todo.
-Capullo engreído… Es lo que me pareciste desde el principio y mira, no he fallado. Eso de que juzgar a la gente por la apariencia está mal debió decirlo alguien a quien se le daba mal hacerlo. Mira la foto -sorprendida de ella misma y de las conclusiones a las que estaba llegando en cuestión de décimas de segundo, sacó la foto de la carpeta-, mira su cara. Es evidente que es una consentida niñata de papá, por un lado, y una pobre cría con carencias afectivas por el otro.
-Lógico y evidente cuando tu papi es un político corrupto y tu mami su mujer trofeo.
“No me interrumpas”, iba a chillar dándole un puñetazo en el hombro. Pero se le ocurrió una mejor forma de superarlo y hacerle callar:
-Tan evidente como la cara de furcia que tiene. –Se sentaros en unos escalones frente a la puerta de la clase en la que debería estar- Algo me dice que busca amor por otros sitios. Sí, creo que ya sé cómo nos la llevaremos…
-Amor y emoción. Mírala- Volvió a interrumpirla-. Estaba justo ante ellos, hablando con el profesor, que acababa de salir-. No deja de toquetearse el pelo y el escote… Es millonaria, pero prefiere comprar aprobados con su cuerpo… Sigue. ¿Cómo piensas sacar de aquí al blanco de todas las miradas sin que se note?
-Precisamente. Sigues sin ver lo discretas que llegan a ser mis camisetas en el ambiente adecuado-antes de acabar de decirlo se dio cuenta de que no era un buen símil, no tenía nada que ver una cosa con la otra-. Tú y yo nos haremos pasar por novios en busca de nuevas experiencias, que es precisamente lo que esa zorra tiene pinta de andar buscando. Así que nos colaremos en la clase, nos sentaremos a su lado, y tienes algo menos de media hora para convencerla para un trío, ¿ok? Cosa que JAMÁS sucederá. Así que ve quitando esa cara de gilipollas y no te hagas ilusiones.
-¿Y cómo conseguiremos sentarnos a su lado? No sé cómo se vería desde tu lado, pero por lo que recuerdo del instituto, no resulta muy sencillo sentarse tras la chica guapa…
-Fácil-cogió la chaqueta del chico, que la llevaba en una mano, se la anudó a la cintura realzando aún más su figura y, dando una vuelta de bailarina, se puso de pie frente a él con una gran sonrisa-. Resulta que esa puta ya no es la más guapa de la clase.



sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo 5.

CAPÍTULO 5.
A su lado había un montón de ropa de todo tipo, probablemente usada, posiblemente de muertos. Al incorporarse notó un fortísimo dolor en el cuello: la patada del ascensor casi se lo parte. Escogió unos vaqueros “normales” y una camiseta “normal. Al ir a ponerse el pantalón, vio que tenía el muslo vendado ¿habría sido ella? Probablemente. Pero a pesar de esto, y de que llevaba inconsciente y en ropa interior… no sabía cuánto tiempo, sintió algo parecido a vergüenza y vaciló unos instantes antes de sacarse la camiseta. Creyó notar una sonrisita disimulada en el rostro de la chica justo antes de que interrumpiera sus pensamientos diciendo fríamente:
-Tranquilo, que me giro-estaba sentada en el suelo frente a él, y en un rápido movimiento, se giró apoyando una mano en el suelo y se cubrió los ojos con la otra-. Algunas tenemos educación…
Parecí bastante molesta de verdad, pero tampoco había hecho nada malo…Resignado cogió la camiseta para ponérsela, pero entonces la chica añadió:
-Te perdono si te pones la verde. –Le estaba observando a través de un trocito de espejo que tenía en la mano con la que supuestamente se tapaba los ojos. El chico se sintió decepcionado, pero consigo mismo, por no haberse dado cuenta antes. Aun así, miró intrigado la camiseta que había dicho. En grandes letras moradas con purpurina sobre fondo verde ponía “Voy con la princesa”. Era improbable que ese tipo de camiseta fuera de chico.
-¿Sabes? Creo que podré vivir sin tu perdón….
Y en ese preciso instante, la furgoneta paró de un frenazo haciéndole caer justo al lado de ella, casi le cayó encima. Ambos empezaron a reír, pero la puerta se abrió y apareció el hombre al que dentro de poco conocería como “Jefe”. Llevaba un mono de trabajo que casi con total seguridad emplearía para colarse en alguna parte. Dudaba que los tópicos de las películas funcionasen…
-A ver si dejamos el magreo para otro rato. Que hay prisa. Como ya te habrá explicado la Rubia, tenéis que haceros pasar por universitarios, infiltraros en la facultad de derecho y secuestrar a la hija del ministro tal. Tienen programado un simulacro de incendio para dentro de algo menos de hora y media, lo que nadie sabe es que quince minutos después una bomba real hará derrumbarse el ala oeste del edificio. Para ese momento tenemos que habernos ido con la chica y sin que nadie la haya visto salir, ¿de acuerdo? ¿Todo claro?-Abrió una trampilla que ocupaba casi la mitad del suelo del vehículo y de un doble fondo en el que había dos cajas de cartón tan grandes como para llevar un cadáver, una carretilla de plataforma y varios subfusiles, entre otras cosas, sacó un par de mochilas y se las entregó- Ahí tenéis planos de la facultad, con la clase del objetivo y la ruta de evacuación marcadas, unas fotos de la chica y armas de fuego. Utilizadlas sólo si os descubren, si la operación fracasa, tendréis que haceros pasar por terroristas, y responsables de la explosión, con las consecuencias implícitas. También tenéis comunicación con la base y conmigo camuflada en unos cascos Apple. Éstos tienen un botón de emergencia que anulará la detonación de la bomba, pero más vale que no lo pulséis si apreciáis la vida en libertad… ¿preguntas?



viernes, 22 de febrero de 2013

Capítulo 4.

CAPÍTULO 4.
Nada de lo que le acababan de decir le sorprendía. Era evidente desde el principio quiénes eran, pero se había negado a verlo. No soportaba su situación actual, era cierto…pero tampoco le apetecía lo más mínimo volver a la guerra. Aunque en todo aquello, algo sonaba a operación especial divertida…emocionante…suicida. Sí, no podía estar tan mal. Pero mientras dudaba, y aunque no era necesario, pues estaba a punto de soltar el arma, la joven, apoyándose en la esquina del ascensor con las manos, le dio una patada en la cabeza con ambos pies que le hizo perder el sentido unos momentos más tarde. Unos momentos suficientes para ver como su pobre rehén caía degollado, desangrándose como un cerdo.
Despertó recostado de mala manera en la parte de atrás de una furgoneta, frente a la chica, que se estaba cambiando la ropa ensangrentada. Decidió esperar un poco para mostrarse consciente, pues no quería perderse semejante espectáculo. Su joven cuerpo era realmente hermoso, dudaba mucho de las palabras del que parecía ser su superior, era imposible que esa preciosidad hubiera estado en el frente como él, podría decirse que las vidas de ambos habían sido completamente diferentes. Y lo de “nada que perder”… puede que en eso sí coincidiera con ella, pero no con el suicida cuyo hermano había decidido limpiar su nombre arriesgando y perdiendo la vida. En todo aquello había algo que no encajaba, le ocultaban algo, estaba claro… ¿pero qué podía hacer él?
-Sé que estás despierto-dijo la que tenía toda la pinta de ser su futura compañera de armas mientras se metía otra ajustada camiseta. Era lo primero que le oía decir-. Abre los ojos  del todo, si te interesa puedes mirar cuánto quieras.
-¿Eh?-Se limitó a responder, haciendo como si acabara de despertarle.
-Total-continuó ella-ya te debo una patada desde que me miraste por la mirilla….
Y dicho esto, volvió a estirar repentinamente  ambas piernas hacia él, al tiempo que se ponía unos cortos pantalones. Esta vez no llegó a rozarle, y sus pies descalzos quedaron a escasos centímetros del pecho del chico, que, todavía algo aturdido, se estremeció de una forma exagerada, echándose hacia atrás bruscamente y chocando con la pared metálica de una forma bastante torpe.
-Joder con el veterano de guerra-soltó, entre risas-Anda, vístete… Ahí tienes algo de ropa, escoge lo que quieras… Pero recuerda que no debes llamar la atención, para este tipo de misiones hay que ir discretos.
Discretos. Acababa de decir que había que ir “discretos”. ¿Cómo era capaz de decir algo así? Ella llevaba unos cortísimos shorts que no dejaban nada a la imaginación, y una camiseta naranja fosforito, lo suficientemente ceñida como para hacer evidente que no llevaba nada debajo y cuyo estampado rezaba “teta izquierda” y  “teta derecha” en sendos círculos situados donde es obvio. 


martes, 19 de febrero de 2013

Capítulo 3.


CAPÍTULO 3.
El tal “Gordo” le hizo entrar en el ascensor de un empujón, lo que le hizo dar un traspiés que casi le hizo caer sobre la chica, en la que creyó ver un atisbo de sonrisa divertida aunque sabía cómo ocultarla bajo la que ya había identificado como su fachada de indiferencia. El hombre del sombrero sacó una vieja y oxidada pitillera del bolsillo interior de su americana. El aquel viejo objeto metálico encajaba a la perfección con su desdeñada apariencia. Dudo un instante si ofrecerle un cigarrillo, pero finalmente se decidió por encender el suyo y compartirlo con él echándole el humo a la cara mientras esperaba que “alguien” pulsara el botón que les haría bajar. Cuando su corpulento compañero se dio cuenta y pulsó precipitadamente el botón del primero y el de la planta baja a la vez, masculló algo entre dientes y volvió a escupirle el humo.
¿Quién era aquella gente tan rara? Policías desde luego que no: ni esposas, ni placas ni “queda usted detenido, y éstos son sus derechos, etc.” y toda esa parafernalia típica de la autoridad. ¿Secuestradores, entonces? Si así era, no tenían nada de aficionados…. No, tampoco tenía pinta de querer secuestrarle. Parecía que le conocían, y en ese caso, sabrían de sobra que no tendrían a quién pedirle rescate. No, sólo podían ser…
Frente a él, la chica miraba disimuladamente hacia su entrepierna desde hacía rato. Ojalá sólo estuviera malpensando sobre el bulto del cuchillo… Por un momento, esperó recibir una patada, tal y como decía la camiseta que tenía delante y que no podía evitar mirar. Bajó la mirada entre avergonzado y divertido, aquella chica conseguía, inexplicablemente, relajarle. Y entonces se dio cuenta: por su pierna, bajaba un hilito de sangre, el tropezón de hace un minuto le había hecho pincharse en el interior del muslo, y aunque no le dio demasiada importancia en el momento, parece que era algo serio. No, no le había lesionado; le había delatado.
No se atrevió a mirar a los otros dos, pero la joven le miraba con curiosidad, ahora a la cara. Esbozó lo mejor que pudo un falso gesto de dolor y en un movimiento muy lento al principio, como si fuese a palparse una profunda herida, y muy rápido después, sacó su arma blanca y en un instante la tenía apoyada en la garganta del asustado gordo. A pesar de su edad mediana, estaba claro que era un novato en todo aquello, sólo estaba allí por su imponente cuerpo, pues ni la chica ni el jefe, a pesar de las armas, ésta de fuego, que sacaron lograban intimidar ni a una ancianita.
-¡¿Quién coño sois y qué queréis de mí?! Como no me deis una respuesta antes de que se pare este maldito trasto juro que lo degolló aquí mismo…
-¿Acaso no era evidente?-respondió el del sombrero con mucha calma pero sin dejar de apuntarle con su revólver de gran calibre a la cabeza. Mostró el bolsillo de la pitillera, en el que llevaba colgada una placa o medalla de algún cuerpo especial cuyo nombre no recordaba-¿Te suena el dibujito? ¿Qué entendéis los jóvenes de hoy en día por estar en la reserva? Se tea yudó en lo posible por desmilitarizarte, por reinsertarte en esta, por cierto, decadente sociedad, pero los rechazaste todos y decidiste ir por tu cuenta. Sólo Dios y esta rubia saben lo que me ha costado encontrarte, ¿tan malas son las residencias para excombatientes? La guerra acabó, el ejército dejó de considerarte útil y fracasó en su intento de hacerte….ejem…menos inútil para la vida civil. Ahora hay un conflicto a punto de estallar, y el alto mando requiere gente como tú para una sencilla y breve pero arriesgada misión. Y no creas que hay tantos. Con tu experiencia en combate abierto, tu conocimiento de determinadas zonas, tu nada que perder, tus medallitas… El inepto del general al que corresponden ahora estas cosas, entre miles de excombatientes deseosos de volver a matar sólo ha considerados aptos a tres individuos: la rubia que te mira el paquete, un conocido, creo que hermano, del gordo que se te ha desmayado en brazos y que se suicidó hará cosa de un mes, y, por supuesto, usted.
>Así que deje de hacer el payaso, suelte ese jodido cuchillo y obedezca a su superior.


lunes, 18 de febrero de 2013

Bonita camiseta...

Capítulo primero.
Capítulo segundo.
Capítulo tercero.
Capítulo cuarto.
Capítulo quinto.
Capítulo sexto.
Capítulo séptimo.
Capítulo octavo.

Más historias.

Capítulo 2.

CAPÍTULO 2.
No, no esperaba a nadie. ¿Quién podría ser a estas horas? Era casi la hora de comer para la gente normal, la hora de levantarse para la gente como él. Cogió un cuchillo mientras sentía sus músculos tensarse a causa de la adrenalina. Tanto tiempo sin sentirse así le estaba volviendo loco, estaba impaciente por ver quién era y qué quería, pero se acercaba con el máximo cuidado de no hacer el mínimo ruido a la puerta. En cierto modo se sentía liberado, saboreaba el momento, disfrutaba a comprobar que seguía sin recordar qué era el miedo. La puerta sonaba como si la pensaran echar abajo. Aprovechando que en el rellano había más luz qué dentro del apartamento, pudo ver en las sombras que se colaban por la rendija bajo la puerta que sólo había un par de pies. Debería ser un buen gorila para aporrear la puerta de esa manera. Si querían hacerle algo…¿no sería más fácil llamar suavemente, “con cariño”? No, no habría colado.
Receloso de poder perderlo, acercó un ojo a la mirilla: Sólo había una chica, de unos dieciocho años y con una curiosa camiseta en la que ponía, a la altura del pecho, algo así como “cambio mirada a mis tetas por patada a tus huevos”. Movido por la curiosidad, cuya influencia en él siempre fue mayor que la de la conciencia del miedo, se ocultó el cuchillo como buenamente pudo en los calzoncillos y abrió la puerta. En ese instante, aparecieron dos hombres, uno a cada lado de la puerta. El primero, tan alto y corpulento que su agilidad llamaba la atención, se colocó antes de que pudiera darse cuenta detrás de él, bloqueándole el acceso a su propia vivienda. El otro, mucho más bajo y enjuto, se plantó frente a él, haciendo retroceder a la chica de la camiseta con un gesto y una mirada un tanto despectiva. Iba muy trajeado, incluyendo sombrero a juego con el formal pero arrugado traje gris. Tenía más ojeras incluso que ella, era evidente que habían pasado toda la noche y toda la mañana buscándolo.
-Por fin-se limitó a decir. Lanzó otra arrogante mirada, esta vez al tipo gordo.
-Vente con nosotros-dijo éste, empujándole hacia el ascensor, cuya puerta mantenía abiertas la chica, con un gesto ausente, como si nada de eso fuera con ella.
-¿Es que no pensáis dejar ni que me vista?-dijo XXXXXXXX, que aún iba sin pantalones y con la camiseta de tirantes que le servía de pijama, y vio en la oportunidad de volver a entrar la que sería su última ocasión para huir. No era más que un tercero, y el patio, al que daban casi todas las ventanas, estaba en el primero, por lo que la altura de la caída no sería más que la de dos pisos, y de techo bajo, por cierto. Eso le daría tiempo más que de sobra, pues él mismo sabía por experiencia lo difícil que resulta encontrar a alguien en un edificio así.
Sin esperar respuesta, se giró con su habitual sangre fría y toda la naturalidad que fue capaz de mostrar, dispuesto a entrar. Pero allí nadie estaba de humor, y el gigantesco hombre con cara de pocos amigos, cerró la puerta que tenía detrás y se apoyó en ella, cruzando los brazos.
-¿Cree que habrá que cachearlo, jefe?
-Tú no, Gordo. Depende de si la señorita tiene ganas de hacerlo ella…-podía intuirse la lascivia contenida en su voz.
Los tres miraron a la susodicha con curiosidad, pero ésta no les respondió más que dando media vuelta y entrando en el ascensor.
-Tiene razón. Como siempre-ahora se notaba que le fastidiaba reconocer que siempre le superaba, pero así era-. Se hace tarde, Gordo. Espabila.

Índice.

domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 1

CAPÍTULO 1.
El día que todo cambió amaneció como otro cualquiera. Se acabó de despertar a las tantas, intentando recordar lo que había estado soñando, intentando revivirlo. Seguro que era mejor que su asquerosa vida. Sobre todo si era una pesadilla. Sí, al menos no sería tan terriblemente aburrida. Desistió, tirando al suelo las mantas y abriendo los ojos de golpe. Pero qué sucio está techo. Definitivamente, así estaba mejor. Al vivir solo en un apartamento no tenía que preocuparse de la opinión sobre su falta de orden y limpieza como cuando compartía un piso, y más si era con chicas como la última vez.  Además, el escaso dinero que le pasaba el programa de reinserción social no le permitía más que esas opciones.
Chicas…lo único en el mundo capaz de hacerle ordenar un poco todo aquello. Aunque viendo como todo… ¿pero cuánto hacía que no….? Cerró los ojos. Había vuelto a olvidar hacerlo. Es terriblemente difícil recordar hacer algo antes de abrirlos. A tientas, se puso en pie frente a la ventana, y abrió ésta de golpe a la vez que sus ojos. La cegadora luz del nuevo día casi le hizo caer de espaldas a la cama. Se dejó caer. Esto le despertaba del todo, aunque no le impedía seguir acostado pensando en cosas que pudiera hacer desde la cama. De momento, besar su pequeño crucifijo, única herencia de su difunto abuelo, en un gesto más mecánico que religioso, más por seguir con la costumbre que por agradecer el nuevo día, y, por su puesto, más por su abuelo que por Dios. Aunque de todo había un poquito…
Puso ambos pies en el suelo de forma brusca y casi simultánea, aunque siempre procuraba que el derecho rozase los fríos azulejos un instante antes. Para “empezar bien el día”. Estaba especialmente frío aquella mañana. Le encantaba eso. No sentía el barro subir por entre sus dedos, no sentía el calor de un sol golpeando las rocas verticalmente, ni un de esas pequeñas piedrecitas que se clavan, oculta bajo el polvo del camino, pero aquél frío matutino que se extendía por su piel haciéndole tensar los tendones de Aquiles era suficiente para recordarle que seguía vivo.
De camino al baño, mientras inclinaba la cabeza un lado para estirar el cuello, introdujo la mano en su pantalón para rascarse y colocarse todo, con la misma mano que un instante más tarde se frotaba los ojos, y justo después el trasero. ¿Por qué tenía que estar tan lejos el baño de la cama? Hizo sus necesidades apoyando la espalda en la pared. Eso le hizo alegrarse de no ser una tía, lo que le hizo pensar en tetas. Y esto, además de hacerle algo más difícil su tarea, le hizo pensar en pectorales, lo que le recordó que aún no había sus flexiones matinales. Hay que ver cómo funciona el cerebro, pensó, recién despertado…qué lógico es todo…y…¿Qué tenía que hacer ahora? Ya estaba buscando algo para desayunar. Desde luego, lógico no es sinónimo de rápido.
-La gente debería quedarse con que me acuesto casi al amanecer escribiendo poesía y llorando por ti-Se dijo a sí mismo, aunque hablando al guardapelo con apenas unos cabellos de su difunta prometida y mientras miraba los sucios dedos de sus propios pies-. No con cómo me despierto…
Entonces, y por fin de forma definitiva, volvió a la realidad por enésima vez aquella mañana: alguien golpeaba violentamente la puerta gritando su nombre.

Índice.

lunes, 23 de julio de 2012

EPÍLOGO. Por fin!!! Sé que es largo, pero quien haya leído el resto sabe que quedaban bastantes cabos que atar.


EPÍLOGO.
Noa observaba desde el suelo cómo la mujer que le había apuñalado se levantaba y se iba como si nada con el otro hombre. Cuando le atravesó la garganta (dolió menos de lo que esperaba, aunque le dejó sin fuerzas y cayó al suelo casi al instante, fulminado), entró en una especie de sueño en el que podía oírles hablar como un eco lejano, y del que no salió hasta que, al arrancarle la navaja de la herida, un dolor agudo e insoportable le recordó que seguía vivo. Entonces, abandonando los delirios de su imaginación, con los sentidos embotados y los nervios crispados, su memoria le hizo revivir las últimas horas de su corta vida.
La “aventura” comenzó ayer por la tarde, cuando su primo Danny y él decidieron ir desde la casa de éste, andando, hasta el poblado vecino, que era un “pueblo fantasma”, a ver a su abuela, la única habitante del abandonado pueblo a excepción de sus numerosos gatos, que campaban a sus anchas por todo el lugar. Gatos como el que ahora mismo estaba bebiendo del charco de sangre que había dejado en el suelo el acompañante de la chica que había intentado matarle. Y que, quizás, lo conseguiría sin tener que hacer nada más, sin siquiera darse cuenta, pasado un rato, cuando su cerebro acabase de cansarse del todo y decidiera descansar para siempre. Quiso apartar estas ideas y otras similares de sus pensamientos apartando la mirada del asqueroso animal, pero sus fuerzas le fallaron cuando intentó girar la cabeza, de lo que se alegró al recordar que tras él estaba el desfigurado cadáver de Danny.
Así que optó por cerrar los ojos y seguir recordando. Habían llegado al pueblo casi a las diez de la noche, pero, aunque en Sierra Andrea siempre refrescaba, también era allí verano, y aún estaba anocheciendo. Llegando, en la carretera, encontraron uno de tantos gatos…sólo que éste estaba  “un poquitín” aplastado…sobre todo la cabeza. Pero Danny lo cogió por el rabo para enseñárselo a su abuela y enterrarlo en su jardín. Así de…así era él. Tras una pequeña discusión, decidieron que merecía una digna sepultura, así que, aunque no fuera en el jardín, le enterrarían en el campo que había pegando a la cuneta, que estaba “blando” y en el que era fácil cavar con las manos. Alumbrándose con mecheros (iban preparados para todo) acabaron la macabra tarea y se dirigieron a la gasolinera,  que era la única tienda del pueblo, a por refrescos.
Ahí es donde todo empezó. Pues se encontraron al “gasolinero” tendido en el suelo boca abajo. Muerto. Noa no pudo evitarlo: cubriéndose la boca con ambas manos, corrió al baño a vomitar. Acababa de arrodillarse cuando Danny lo llamó –¡Viene alguien!- dijo. A unos cincuenta metros había un coche, con el motor apagado pero las luces encendidas. Y se oía a alguien discutir, así que al menos eran dos. Y seguramente discutían por haber dejado ahí el cuerpo a la vista de inoportunos testigos. Como ellos. Le dijo que no saliera, que él se escondería cerca y que no les habían visto. El asustado chico, en principio, salió corriendo hacia la casa de su abuela, pero antes de llegar, pensó que ésta se enfadaría por haber abandonado así a su primo, así que se quedó por allí cerca…más o menos cerca…
Noa pudo oírlo perfectamente desde donde se encontraba: el “¿Hay alguien?” que acababan de decir en la puerta sonó con la voz más inocente del mundo, una voz como de niña. Al menos había una chica entre quienes habían matado al pobre gasolinero. Intentaba no moverse ni producir el menor sonido, pero estaba temblando como no lo había hecho en su vida, sus dientes tiritaban, sus manos temblaban como si tocase el piano, y sus rodillas entrechocaban violentamente. Intentando no hacer ruido, se echó al suelo, hecho un ovillo, enrollando las piernas con los brazos. Ahora se oían susurros de una voz masculina. Y luego pasos. Se habían ido. O eso parecía. Pero por si acaso, no se movió de su escondite.
Y cuando por fin se decidió a salir, oyó algo en el exterior, en principio otra discusión, pero fue subiendo de tono, se oían casi claramente insultos a voces, un forcejeo, golpes sobre el coche…y finalmente gemidos. No sabía quién, pero había “alguien” sufriendo. Porque “otro alguien” le hacía sufrir. Quedó paralizado, se apoyó en la pared…y sin darse cuenta dio las luces. Silencio absoluto afuera. Momentáneo. Los gemidos dieron paso a más insultos y golpes. Y de pronto, dos tiros. Esto hizo al chico caer al suelo, instintiva e involuntariamente, cubriéndose la cabeza. Tras los “disparos”, alguien gritó “¡Largo de aquí!” y, entonces, reconoció la voz de su primo, que intentaba sonar lo más grave posible, y  recordó sus petardos. No se atrevieron a hablar hasta pasado un tiempo, y después decidieron quedarse escondidos hasta el amanecer, por si volvían. Ninguno de los dos logró dormir un minuto, aunque sí descansaron bastante.
Al amanecer, o poco después, un hombre y una mujer, los de anoche probablemente, entraron en la tiendita. Por su actitud no parecían muy psicópatas, la verdad. Hablaban con un tono como si no hubieran visto nunca un muerto. Seguramente, sólo sería una pareja de viaje que había parado a repostar. Aún cauteloso, se asomó a echarles un vistazo antes de mostrar su presencia. Y eso le salvó la vida, al menos de momento, pues vio a dos jóvenes con aspecto de drogatas, ella con una escopeta y él con un hacha y una gran navaja, estaban morreándose sobre el cadáver. Aterrorizado, volvió a meterse silenciosamente en el baño. Sonaron golpes metálicos, como si hubieran dejado caer las armas…eso le daría una oportunidad… Pero de pronto, su primo interrumpió su pensamientos -¡Están ahí ! ¡Están ahí!- gritaba. Pues qué novedad…  Y de pronto, sin más aviso que una palabrota de la chica, dos disparos (eran más fuertes que los petardos, pensó) Y, un momento más tarde,  otros dos. Esta vez, acompañados de un grito de dolor de Danny. Al principio, quedó más paralizado todavía, no podía ni tiritar. Pero aunque no quería abandonar a su primo, tampoco le apetecía seguir su suerte. Se armó de valor y decidió salir. Agazapándose tras los estantes, pudo coger una botella de cristal vacía que había tras el mostrador y colocarse tras el hombre sin  ser visto…no supo qué hacer, pero al ver el cuerpo mutilado de Danny, y antes de que la sensación que le anudaba el estómago le impidiera moverse o le hiciese mostrar su posición, actuó, quebrando la botella en la nuca del desconocido. Acto seguido, la chica con lágrimas en los ojos, le abrió el cuello… y hasta aquí hemos llegado pensó.
Sin saber muy bien por qué, esbozó una amarga sonrisa y abrió los ojos. Tenía la vista nublada, pero alcanzó a ver que en el enorme charco de sangre –realmente era enorme- ya no estaba el siniestro gato, sino los reflejos azules de la sirena de un coche patrulla. De los policías que había traído consigo Don Conrado, el cura que cada domingo venía a dar misa sólo para la abuela, que anoche le llamó para contarle que, tras una tonta discusión por la subida del precio de pan, al dependiente de la gasolinera le había dado un infarto. Aunque todo eso Noa no lo sabía. Pensó que ya era tarde para él, que ya estaba muerto, y justo antes de cerrar los ojos sin la mínima esperanza de volver a abrirlos, oyó que en un tono muy ligeramente asqueado, casi indiferente, que alguien decía “Aquí dentro hay otros dos”.



domingo, 15 de julio de 2012

Capítulo DIEZ.

CAPÍTULO 10.
-¿Crees que serás capaz de conducir hasta un hospital, Tannya? -Preguntó Lyss. Iba apoyándose en su chica, camino del coche, y acababan de pasar sobre el primer chico, junto al que había otro gato más pequeño- No creo estar en condiciones para hacerlo yo…
-Bueno -la chica estaba muy contenta: todo parecía acabar bien.  No parecía darse cuenta de lo mal que estaba Lyss-, me veo capaz de intentarlo Me has enseñado bien, ¿no?
-Lo he intentado… No eres una lumbreras, si no fuera por tu delantera, habrías muerto de hambre hace mucho
Una colleja cortó su risa. En toda la herida. Pero él era un chico duro:
-¡Zorra! -dijo dándole un fuerte guantazo en el trasero. Demasiado fuerte, quizás, no tenía todo el control de sus facultades en ese momento.- Sabes que es broma…
-¿Estás seguro -ahora fue un intento de beso lo que la chica interrumpió-, Lyss? ¿De verdad quieres empezar una pelea física?
Su mano iba tomando estratégicas posiciones por la entrepierna del chico
-Nah, estoy cansado, no me apetece volver a ganarte y tener que violarte…
-¿Quieres decir que apriete hasta tenerte de rodillas?
-¡Guapa!
-Tomaré eso como una rendición... -dijo riendo. Ya estaban junto a coche. Se tumbaron sobre él e hicieron todo lo factible. Y, por vez primera desde que se conocieron, fue ella la que dijo que no podía más y pararon.
-¡Uauh! ¡Enhorabuena, machote!-dijo a su chico ofreciéndole un cigarrillo que acababa de encender en su boca y agitando su melena- ¡Has superado en aguante a una ninfómana!
Lyss apenas rió. Cuando la chica le miró, quedó horrorizada de su aspecto: Estaba pálido y frío como la mismísima muerte. Lo malo del sesenta y nueve es que no le ves la cara a tu pareja, pensó asustada. Al parecer, había perdido más sangre de la que habían supuesto. O de la que había supuesto ella, quizás el chico no quería asustarla para tener “una buena despedida del Mundo”, como decía él. O para darle una buena despedida de novio a ella.
-Lyss, idiota, ¡¿Cómo me hace esto?! -parecía histérica, pero no se movió lo más mínimo- ¡Vamos al hospital!
-No hay gasolina…no sabes dónde está el hospital…ni conducir… -cogió el humeante cigarro de la mano de la chica, que estaba paralizada-. Mejor hacemos auto-stop.
Tannya siguió la dirección de su mirada. Un coche se acercaba hacia el pueblo. Un coche patrulla.
-No debí dejar con vida a aquel chico… seguro que él ha llamado a la pasma para quedar de víctima. Al menos te llevarán donde te pongas bien. -Le sonrió.
-Mira, cariño... el copiloto -hablaba muy pausada y vibrantemente, todo su ser temblaba, sobre todo sus delgados labios que, ahora morados y tiritantes, hacían tintinear el cigarro-, parece un cura. Al final sí que tendré mi extremaunción. Si de verdad hay un Cielo y voy a él, espero que los ángeles tengan tu cara -Tannya le besó la frente; cada vez temblaba más -. ¿Pero que tengan sexo, eh?
La chica, con lágrimas en los ojos, le quitó el cigarro, le besó suavemente, y se lo volvió a poner en la boca.
-Te amo, Tannya -añadió bajando los párpados y torciendo los labios en una sonrisa que hizo caer, aún encendido.
-Y yo a ti, Lyssandre…y yo a ti…-La chica se quedó mirando su palpitante sonrisa un momento más antes de coger el cigarro para que no se quemara, esta vez para dejarlo a un lado, y de subir los pantalones al pobre chico. Cuando lo hizo, otro beso en la frente de chico hizo que, sin abrir los ojos, levantara una mano hasta el pecho de la chica, que se la cogió. Cuando lo alcanzó, su sonrisa aumentó, mostraba tranquilidad y felicidad absolutas, y dejó de temblar.

sábado, 14 de julio de 2012

Capítulo NUEVE.

CAPÍTULO 9.
De pronto, involuntariamente, cerró los ojos y apretó los dientes hasta dejar de sentir la mandíbula. Sobreponiéndose al dolor que bajaba de la cabeza por el cuello a toda la espalda, pensó lo mucho que se alegraba de morir con la cara de su novia como última imagen. Aunque la expresión de terror le hiciera perder parte de su belleza. También se alegró, según caía al suelo, de que no fueran sus palabras las causantes de su horror. Y dejó de pensar.

Despertó sintiendo la cabeza húmeda y caliente (aunque no estaba para metáforas obscenas). También su cara la sentía húmeda. Pero no era sangre, comprobó cuando logró despegar los párpados y abrir los ojos, sino las lágrimas de Tannya, que le había puesto sobre su regazo y lloraba mientras le llamaba por su nombre muy suavemente. Nunca le había visto llorar, no sin taparse el rostro, al menos. Y por cruel que parezca, la encontró preciosa. Ahora sí que era una niñita. Una niñita que, con casi total seguridad, acababa de salvarle la vida. Cerró los ojos al darse cuenta de que su novia aún no se había percatado de que ya había recuperado el conocimiento, para poder seguir así un poco más. Sabía que era hacerle sufrir, pero cuantas menos esperanzas tuviera la chica de que seguía vivo, mayor sería su alegría al ver que así era. Y además, así podría decirle algo bonito, pues dudaba de poder articular una palabra en ese momento.
Con lo que no contó fue con que, teniendo una abierta y sangrante herida, estaba perdiendo fuerzas a cada segundo que pasaba. Se dio cuenta cuando casi se queda dormido, despertando aterrorizado  de un profundo sopor. Temió que si dormía podría no despertarse y al ver que no era capaz de pronunciar el mínimo sonido con su seca garganta se asustó tanto que, temiendo que fuera lo último que haría en esta vida y haciendo acopio de todas las fuerzas que le quedaban, logró levantarse, apenas recostarse, lo suficiente para alcanzar los hermosos labios de la chica y darle uno de esos besos como si  mundo se acabase. Y es que, para él quizás, se acabara.
Sintió en su boca la sorprendida, casi horrorizada, pero incontenible sonrisa de Tannya. Haciendo otro sobrehumano esfuerzo, consiguió levantar un brazo para abrazar a la chica y ambos cayeron, sin dejar de besarse, tumbados uno frente al otro. Cuando oyó el “te amo” más sincero que jamás había pronunciado su chica, cerró los ojos y pensó que ya podía morir feliz, pues tenía qué añorar en el Infierno.  Ni el mismo Satán podría robarle un recuerdo así. Pero no fue así. Su corazón siguió latiendo. No el beso, sino la sonrisa de Tannya le había logrado devolver a la vida.
Tras un rato de besitos y caricias sin llegar a mayores, como un par de enamorados adolescentes, los chicos decidieron levantarse y descansar un poco antes de huir cuanto antes de allí. Aunque ya no hubiera nada que temer. Según le explicó Tannya una vez estuvieron una vez estuvieron los dos sentados contra la pared contemplando el cuerpo de otro chico, éste con la navaja hincada en la base del cuello, justo sobre el esternón, no sabía por dónde, pero había entrado y le había golpeado por detrás con una botella, haciéndole perder el conocimiento. Y al verle caer, como impulsada por un resorte ella misma saltó sobre su agresor y le pinchó.
-Después me senté junto a ti, y creo que ya conoces el resto –la chica acababa de recuperar su pícara sonrisa. Todo había vuelto a la normalidad-. ¿A que no sabes cuantas horas has estado inconsciente?
El chico miró afuera para ver si el sol había subido mucho. Seguía siendo muy temprano, los anaranjados rayos de sol entraban casi horizontalmente por las ventanas. Ella rió suave, casi amablemente:
-Ni dos minutos. -a pesar de todo, estaba realmente feliz.
Y tras un rato mirándose en silencio como dos idiotas añadió, con otra sonrisa:
-¿Nos vamos?
La respuesta de Lyss fue levantarse rápidamente y ofrecer la mano a su novia para ayudarle a que le imitase. Pero perdió el equilibrio casi cayendo sobre ella, que rió cruelmente.
-Deja que te ayude yo a ti, …mi niño.
Pero antes de dejar que se apoyase en ella, se agachó para recuperar la navaja. Al hacerlo, vio que el asesino sólo estaba agonizante y extrajo el arma blanca con cuidado. Extrañamente, al menos en alguien tan vengativa y agresiva como ella, esto la tranquilizó bastante.
-¡Vamos!

viernes, 13 de julio de 2012

Capítulo OCHO.

CAPÍTULO 8.
-Valentina –susurró Tannya un par de metros más atrás. Por una vez, el chico pensó rápido y comprendió al momento: él iba a por el hacha con la escopeta en la mano, y mientras, la había dejado sola e indefensa, sin qué defenderse. Y la pobre le pedía la navaja. Ni eso había sido capaz de dejarle. Por un momento, justo en el que le arrojó a “Valentina”,  pensó que debería dejarle el arma. Pero él necesitaría al menos su navaja. Se acercaba a la puerta, su parte era la más peligrosa. Sabía que era verdad, pero se sintió el ser más egoísta y despreciable del mundo. Por otro lado, a esa distancia, con una escopeta de cartuchos y además recortada, sin experiencia pero con miedo, la chica podía herirle intentando salvarle si se le echaba encima el asesino. O los asesinos, porque si había gritado delatando su presencia y situación, sería porque había alguien de su lado escuchando. Mejor quedarse el arma, pensó acariciando el gatillo. Y no le dio tiempo a pensar mucho más, porque en ese momento apareció alguien en la puerta, también agachado. Alguien que, con un desgarrador grito, recibió en la cabeza y a quemarropa el segundo disparo.
Tras una fracción de segundo que a Lyss le pareció de varios minutos, fue capaz de pensar. Aunque no tan atropelladamente, a pesar de todo, es como si hubiera una gran calma en su tormentosa mente. Podía ver que el cuerpo que había ante él, aunque con la cara completamente desfigurada, era el de un chico. Un chico bastante menor que él. Y con un pie de cabra en la mano. Y por la posición en la que había quedado, estaba dispuesto a hundirle esa palanca en el cráneo. Se giró hacia Tannya que, horrorizada, intentaba no mirar. Empujó el cuerpo a un lado para quitarlo de la puerta y que no pudiera verse desde el interior y, con lágrimas en los ojos, cogió la palanca, el hacha y la escopeta, y se dirigió junto a su novia. No era la primera vez que lo intentaba, pero sí la primera que conseguía matar a una persona del todo. Y había sido un chico joven.
-Te quiero-dijeron ambos al mismo tiempo cuando estuvieron uno frente al otro. E hicieron un esfuerzo por sonreír. Por sonreír cada uno para el otro.
-Seguimos coordinados -dijo la chica-. Como en los buenos tiempos… ¿Recuerdas lo ñoño que te ponías cuando nos conocimos? Tus poemas asquerosamente cursis me daban ganas de potar.
Otro intento de sonrisa.
-Como si no fuera eso lo que te enamoró de mí… Además, eras tú la que me ponías así…ahora me pones en otro sentido. -Calló como si se diera cuenta de que esas bromas estaban fuera de lugar. Su sonrisa se había borrado.
-Tú siempre me pusiste en el mismo sentido –dio Tannya haciendo acopio de una cruel frialdad para animarle. Pasó una mano por la bragueta del chico, ahora llena de salpicaduras de sangre-. Mira. Ahora tú eres el regloso.
-He matado a un pobre crío -de repente, ante el esfuerzo que hacía su novia por animarle, cambió de actitud- … Y el muy cabrón quería matarte… a ti…a mi princesita… Acabo de estrenarme como tu caballero.
-Entonces…¿Voy sacando brillo a tu espada?
-Bueno…que tu primer muerto sea un chico es como perder la virginidad violando a una niña…supongo que estaré preparado.
Chistes guarros y ofensivos. Lo único que, en cualquier situación, lograba arrancar sinceras sonrisas de buen humor a Lyss. Y de paso, aprovechaba las circunstancias, en las que sabía que Tannya no diría nada, para llamarla “niña”. Pero ella no reaccionó como el chico esperaba.
-Gilipoll..-empezó a decir. Pero la chica se levantó como si hubiera perdido el miedo a un disparo que le quitase la vida y la frase quedó inacabada. Tannya estaba pálida, paralizada. Seguro que en su infancia hubo algún tipo de abusos o violación, pensó el chico. Algún tipo de mal recuerdo, de trauma oculto bajo un salvaje comportamiento sexual, que acababa de hacerle revivir. Claro, por eso no podía decirle niña. Nunca había hablado bien de su padrastro. Mientras pudo, se sintió un lamentable novio, una escoria humana. Pero estaba muy equivocado mientras pudo pensar que era eso lo que le pasaba a Tannya, una chica cuya infancia había sido relativamente feliz hasta que sus alocadas hormonas la "obligaron" a escapar de una conservadora familia muy represiva. Mientras pudo.

miércoles, 11 de julio de 2012

Capítulo SIETE.

APÍTULO 7.
-Tannya, te quiero. Perdona que te haya hablado tan mal desde que nos despertamos. En el fondo que eres todo cuanto tengo, que…
-Lo sé…pero no me gusta oírlo. Porfa, no hables como si fuésemos a morir. Anoche vimos al asesino (si es que realmente lo era) irse. Y nos echó. Y nos fuimos. Y disparó. Y se fue. Y no volverá. Y… Y… Y todas estas cosas me las tendrías que decir tú a mí, odio ser la fuerte de los dos, no esperes que te lo repita jamás, maricón, pero -miró ruborizada al suelo a un lado de cuerpo sin vida- … Soy tu niña…
Permanecieron aun unos momentos abrazados hasta que el chico despegó los labios:
-Acabas de decirme que eres mi niña…mi niña… ¿No serás tú la que se está muriendo? –dijo con una sonrisa claramente forzada, intentando mostrarse tranquilo.
-Gilipollas… -dijo ella zafándose de sus brazos. Lo cierto es que esperaba algo más de resistencia, que su novio la sujetase, le pidiese perdón, besito y vuelta a empezar. Pero no fue así.
-Deberíamos irnos… ¿Comemos algo antes? –Dijo ofreciéndole unas barritas energéticas que cogió de un estante- Porque desde lo chicles de anoche…
-En serio, tío… Ahí un fiambre ahí delante, y si no nos damos prisa seremos los siguientes…  ¿Cómo puedes pensar en comer? Así estás… -Dijo picando su barriga con un dedo.
Tan anoréxico como ella. Así estaba.
-Aish, Costillitas -dijo pasando los pulgares por el tórax hasta llegar a la  altura donde no se le notaban los huesos -… Si no fuera por éstas te llevaba el viento
-¡Quita, guarro! –Dijo la chica. Y le mordió la punta de la nariz.
-¡Que no muerdas, Gatita! Si no sabes en qué gastar los dientes, come algo. Esta vez no pienso recogerte; como te vuelvas a desmayar…
Tannya le interrumpió:
-¿Me violarías, puto necrófilo? –El tono era tan sensual que Lyss no sabía si había sarcasmo o enfado en él - ¿Y por qué no un trío con el cadáver?
-Furcia depravada…
-Claro, tú ni lo habías pensado…y lo que tienes entre las piernas ¿Qué es?  ¿El rigor mortis, que es contagioso?
-O una arruga del pantalón. Calla y come, que tú ya no me lías…
“¡Ahí están, ahí están!” se oyó afuera.
-¡Jo-der! -dijo Tannya echándose al suelo y tirando también a su novio, que había quedado paralizado. Aunque en realidad chico iba a ir por la escopeta-  ¿Ves como teníamos que haber llenado el depósito y dejar la comida para cuando pudiésemos?
-Te quiero. –respondió Lyss , poniéndose en pie y descargando los dos cartuchos por la ventana. Aunque cuando se paró a mirar un instante antes de volver a echarse al suelo, no vio a nadie. Pero más que arrepentirse de gastar dos de los catorce proyectiles con que contaban, se alegró de que la canana con el resto de munición la llevara la chica en el pecho. Qué guapa estaba… El cuerpo de Lyss pedía una buena despedida de este mundo. Algo que recordar (y echar de menos) camino del infierno. Mucha gente, al morir, se arrepentía de no creer en el Cielo; él lamentaba sí creer en el Averno. Y no tenía muchas esperanzas de que en el baño hubiera un maldito cura de guardia para confesarle.
-Es mutuo cielo…no pasará nada… ¡Pero a ver si es la última vez que tengo que consolarte yo a ti!
Lyss sonrió. Le encantaba esa chica que jamás perdía lo que podría considerarse “buen humor”.  Le encantaba mucho.
-Pero yo más, tonti… Estoy enamorado de ti dos veces, de tus dos personalidades…
-Idiota monopolar… ¿Puedo ser yo la que mete, por una vez? -dijo recargando el arma
-Okey…pero como salgamos vivos de ésta…bueno, ya pensaré algo…
Calló. Dejando a su chica contra la pared, bajo la ventana, avanzó en cuclillas hacia el hacha, que había dejado junto a la puerta. Había oído algo. Muy cerca.

martes, 10 de julio de 2012

Capítulo SEIS.

CAPÍTULO 6.
-Tannya -la dulce voz de su novio la despertó-... Vamos, despierta Ya es de día.
No era su intención dormirse con... no sabía qué o quién buscándoles por un pueblo fantasma. Pero le dolía la pierna, Lys quiso masajeársela, fue subiendo poco a poco, una cosa llevó a la otra y... suele pasar cuando lo das todo que al acabar caes frita.
-Buenos días, mi amor -tenía buen despertar, su característica agresividad la iba cargando a lo largo del día su desesperante novio.- ¿Seguimos vivos?
-Qué mona estás recién despertada...lástima que cuando te despejes te vayas convirtiendo en niñata insoportable...
-Calla, tú, que tengo sueño... ¿Conseguiste combustible?
-No... Se ve que el tractor es diesel, nuestro coche de gasolina...
-Claro…el descapotable del señorito no puede ir a gasóleo, como los de todo el mundo, ¿no?
-Fuiste tú la que lo eligió por ser rojo… Además, no supimos hacerle el puente al otro, ¿te acuerdas?
-¿”Supimos”? ¿Por qué diablos hablas como si me hubieras dejado intentarlo?
-Oh, venga, princesa, que es muy temprano para pelear… No acercaremos a la gasolinera, ¿okey? ¿Qué tal tu pierna?
-Supongo que mejor, me diste un buen masaje–dijo besándole en la mejilla.
-Guay, pilla tú el arma, yo cogeré ese hacha…
-¡¿Ya empezamos, machito?! ¡¿Soy demasiado pequeña para llevar yo el hacha, capullo?!
-Que te den –le respondió bajándose del tractor de un salto y dirigiéndose a la ventana sin ella- ¿Seguro que tu pierna está bien? -Añadió cuando estaba a punto de salir, al ver que no lo seguía ni le contestaba.
-No…ayúdame a bajar de aquí, anda…
-Encantado, mademoseille…
-Calla, cabrito.
-Yo también te quiero…
De la mano de su novio y cojeando, pero sin humillarse rebajándose a apoyarse en él, Tannya andaba lo más erguida que posible, arrastrando por el suelo la cabeza un enorme hacha que apenas podía levantar.
-¿Sabes?, me parece injusto que TÚ lleves la escopeta que YO encontré…
-¿Pesa mucho? ¿Quieres que cambiemos?
-Yo no he dicho eso… –respondió, dolida, mostrando algo de resistencia para soltar el mango.
-Qué guapa cuando te enfadas….
-Vete a la mierda, cerdo.
Pasaron junto al coche sin mostrar la más mínima atención ni a la radio, que seguía encendida. Al ver la vacía garrafa que dejaron en el suelo, Tannya, que seguía de morros, la mandó a unos metros más allá de una patada, esperando la reacción de su novio. Pero éste seguía sumergido en sus pensamientos sin hacerle caso. El muy mamón iba de duro, pero estaba realmente acojonado. Cuando llegaron a la puerta de la tienda, un gato pardo salió corriendo de ella.
-Ahí tienes a tu psicópata…te cuidado que no te coma, gatita…
-Ya- dijo la chica guardando un paquete de tabaco y cogiendo un par de cigarrillos de otro-… ¿Y quién encendió estas luces, eh?
-Puede que él -dijo Lyss mirando absorto el cadáver que había algo más adentro, entre dos estantes. Ni se inmutó cuando la chica se le abrazó llorando.

lunes, 9 de julio de 2012

Capítulo CINCO.

CAPÍTULO 5.
Los dos chicos cruzaron corriendo la carretera. Al otro lado, en medio de un enorme campo en barbecho, había un pequeño edificio cuadrado y una de sus paredes era ocupada casi completamente por una puerta de garaje. Con suerte, habría dentro un coche con las llaves puestas y el depósito lleno. Y sin ella, sería un buen refugio donde pasar la noche o, al menos, esconderse un tiempo. Suponiendo que la puerta estuviera abierta, claro. Pero por buenas que sean las botas y ajustados que sean los pitillo, correr a oscuras por un campo recién arado a toda la velocidad que tu excitada entrepierna te permite para salvar la vida, no es fácil. Y Tannya no tardó demasiado en caer al suelo con un tobillo torcido. Si apenas pararse, Lyss la cogió en brazos y siguió corriendo como si la chica no pesara nada…aunque tampoco es que pesara demasiado, la verdad.
-Por fin puedo cogerte… ¿Ves como no es para tanto? A partir de ahora siempre te llevaré tomada como a una niñita…
-Que te lo has creído, capullo. No me vas a volver a coger otra vez en la puta vida. Y ésta me la pagarás…
-¿Quieres que te deje caer?
-¿Quieres ver dónde me agarraría para no caerme? Igual sin ella dejabas de ser tan chulito…
-Eso es la linterna, ¿sabes?
-Ya me parecía demasiado para ti…
-Habló de tamaño la vaca lechera -dijo dejándola en el suelo, recostada contra la pared opuesta a la gasolinera, en la que había una gran ventana-… ¿Puedes andar?
-No me apetece comprobarlo ¿y si me coges otra vez, cari?
-¿Y eso? ¿Es que te ha gustado?
-Nah, es sólo que mientras me llevabas he pensado dos venganzas y no me decido…mejor que me cojas dos veces....
-Bueno –dijo ignorando a Tannya y alumbrando por la ventana el interior del habitáculo, que parecía una especie de pajar, con un tractor en medio de montañas de fardos, barriles, sacos, paja, leña, ladrillo y todo tipo de herramientas y enseres para el campo-, faltan unas cuatro horas para que amanezca, las pasaremos aquí dentro, ¿okey? Encontraremos gasolina, un  techo y algo con lo que defendernos, por si hiciera falta.
-A mí me preocupa más otra cosa –dijo Tannya visiblemente inquieta.
-¿Qué pasa, amor?
-Que nunca lo he hecho en el asiento de un tractor -sonreía pícara, mordiéndose el pulgar. Y añadió, apartando la vista y bajando el tono-…contigo…
-Ni lo vamos a hacer – le respondió Lyss, tan fríamente como pudo-. ¿Entramos o quieres esperar al psicópata ahí tirada?
-¿Sabes, Lysandre? Eres un asqueroso hijo de puta –dijo levantándose-. ¿No quieres hacerlo en el tractor? Pues te…-Cayó al  suelo. Al parecer, su tobillo, estaba más fastidiado  de lo que pensó en un primer momento.
-Tampoco estás en condiciones de hacerme demasiado -dijo Lyss agachándose y cogiendo a la chica-… Vamos.
-¡Que no me toques, cabrón!
-Coge la linterna, anda… y alúmbrame un poco, no querrás que yo también me joda un tobillo, ¿no? –Añadió Lyss, ignorándola y colándose por la ventana con ella en brazos.
-¡Pues no! –Gritó mientras golpeaba al chico con la linterna, suavemente y con ella encendida por cierto, en la cabeza- ¡Quiero que te jodas las dos! ¡Que no puedas ni moverte! ¡Y que venga ese maldito asesino de una jodida vez y te arranque los putos huevos!
-¿Y qué ibas a cenar tú esta noche, eh? -Dijo dejándola suavemente en el asiento del tractor y dándole un besito en la mejilla -. Bien, estate quietecita y no hagas el tonto mientras busco una horca, un hacha o algo así…
-Lyss –Le llamó un momento más tarde-… ¿Crees que esto servirá?
Increíble  pero cierto. El granjero o… lo que fuera el dueño de aquello guardaba una escopeta recortada, ya montada y cargada, bajo el asiento.
-Igual sí que estamos en la jodida Texas…-dijo Lyss sintiendo una fuerte erección al ver a su chica encañonándole desde arriba.

Capítulo CUATRO.

CAPÍTULO 4.
-¿Sabes que los golpes ahí duelen mucho? ¿Y si dejas quietecita la rodilla?
-¿Para qué? ¿Para dejarte en condiciones de violarme? –Empezó a darle un poco más fuerte. Noto en su cuello como se encogía de dolor su pobre novio y sonrió, complacida.
-¿Es que acaso no es eso lo que quieres? ¿Lo que llevas buscando todo el puto día?
-¿Sabes que sigo siendo menor? ¿Y que si te denuncio por secuestro y violación te caerán como quince añitos?
-Te hice un favor al dejarte venir a vivir conmigo… ¿Por qué no dejas de repetir que eres menor?
-¿Y tú porqué no dejas de olvidarlo, imbécil?
-¿Por qué llevamos una hora embobados hablando con preguntas mientras intentas dejarme estéril?
-¿Y tú por qué estás tan guapo a la luz de la luna?
-¿Te han dicho alguna vez que estás como una puta cabra?
-Pues sí, alguna…no te creas el primero… ¡Pero gracias! –Por fin dejó de golpear al chico y comenzó a besarle. Sabía que en el particular juego de la pareja eso suponía perder, pero no podía resistirse un segundo más.
-¿Me amas, Tannya?
-¿Tú qué crees, idiota? –dijo dando un saltó y abrazándose con las piernas a su chico, que, sin esperarlo, no pudo aguantar su peso tan de repente y cayó de bruces sobre ella.
-¿Así que es cierto que esos golpes os dejan sin fuerzas, eh, machito?- rió Tannya acostada en el suelo, aún con las piernas en torno a chico, según habían caído.
-Hija de puta…
-¡¡Esa boca!! ¡Ya te has quedado sin besito de sana sana, por listo!- dijo levantándose y cogiendo la garrafa para la gasolina.- ¡Así que andando, mamonazo, que quiero largarme de esta mierda de sitio pero ya!

Sin una palabra, como tocado por un rayo, Lyss se puso en pie, levantó a su sorprendida novia como a una muñeca, la dejó caer de malas formas sobre el capó del coche y se le echó encima.
-¿Quién está sin fuerzas ahora, enana? –Susurró en su oído entre mordisco y mordisco.
-Ya era hora –dijo Tannya, sin ceder un ápice y mordiéndose los labios para evitar gemir-… ¿Qué clase de maricón aguanta todo el jodido día quitecito con este cuerpazo delante? ¿Es que…? –La calló un beso.
Pero en ese momento algo hizo que los ojos de Tannya, a punto de cerrarse, se abriesen como platos y casi saliesen de sus órbitas: la luz de la tienda se había encendido.
-¡¡¡Lyssssssssss!!! ¡Para, para, por favor!
-¿Qué te pasa? ¿Vas a mojarte? ¿Ya?
La asustada chica intentaba zafarse en vano. Esos rollos raros que se montaban con violaciones y masoquismo tenían su morbo, pero también algunos defectillos, pensó.
- En serio, tío, hay alguien ahí abajo, para de una puta vez.
-¿Eres muy pequeña para las pelis de Stephen King, ¿sabes? Será otro indeseable como nosotros robando al pobre gasolinero… Esperamos a que se vaya y nos acercamos nosotros a ver si ha dejado algo, ¿Okey?
-Lyss –lo cierto es que la había convencido, pero estaba algo asustada, además… ¡La había llamado indeseable!–, estate quieto, joder. Por favor, vamos a coger lo que podamos del coche y nos vamos corriendo…
Iba a darle un puñetazo al imbécil de su novio, pero algo la detuvo. Algo que los dejó paralizados a ambos durante un momento: Dos disparos y un grito bastante gutural que decía algo así cómo “Largo de aquí”.
-¿Se puede saber por qué coño os ponéis tan tontos los tíos con dos besos?
-¿Por el tuyo? ¡Y yo qué sé! ¡Calla y corre!

domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo TRES.

CAPÍTULO 3.
-¡Espérame, anda! -Lyss echó a correr tras ella después de unos segundos de estupefacción por la exagerada reacción de su novia...y por el hipnotismo de sus caderas en movimiento. Cómo si no se conocieran ya...
-Qué tontorrón eres-rió Tannya.
.¿Hola? ¿Hay alguien? .La tienda estaba desierta. Desierta y oscura, salvo por la siniestra fosforescencia que el ordenador de caja reflejada en la pared tras el mostrador.
-Genial-dijo Lyss-. Estamos en el puto pueblecito fantasma de de Texas de todas las pelis...-los suaves pero rápidos puñetazos de Tannya en su pecho lo interrumpieron.
-Lyss...ahí dentro se ha movido algo....
-Tranqui...sólo será el típico shériff sureño persiguiendo al zombie de Billi el niño...o de Billi la...ni...ña...-cuando miró a Tannya, esperando la reacción de la broma, no pudo ni acabarla. Se la encontró completamente pálida. Quedó horrorizado sólo de imaginar el susto que acababa de llevarse su chica.
-Perdona, guapi...será mejor que nos vayamos al coche a esperar al dependiente. Tocaremos la bocina, a ver si viene alguien, ¿Okey?
-No Lyss...por favor, vámonos de aquí cuanto antes, no me gusta este sitio...
-Está bien, vamos al coche a por Valentina, por si acaso y ya veremos de dónde sacamos combustible -hablaba atropelladamente, tanto para acallar sus propios pensamientos como para distraer a su novia-. ¿Sabes? Valentina, mi navaja, es el único recuerdo que tengo de mi familia. Por eso le puse nombre. Mide menos de un palmo, pero sus 3 milímetro de grosor en la hoja la hacen perfecta para apuñalar superficies duras sin que se parta. Se supone que es para cazar jabalíes. Aunque no tiene mucha punta... El día que me la regaló, mi tío dijo que cortaba tanto como un martillo...pero su aspecto impresiona. A mí me encanta.
-¿Crees que era un gato?-dijo súbitamente Tannya -Lo que he visto moverse en la tienda...¿Sería sólo un gatito?
-O una gatita-contestó Lyss bajando su brazo de los hombros a la cintura de Tannya y atrayéndola hacia sí.

¿Dónde estará la puñet...ah, ya la tengo. Estaba en la guantera. La dejarías ahí cuando me hiciste el bocata esta tarde...gracias, creo que no te las di.
-Perdona si te he asustado...no sería nada... ¿volvemos a la tienda? O pitamos con el coche...
-No… yo también he notado algo raro ahí, y creo que no había nadie...nadie que quisiera ser visto, al menos...Además -sonrió, algo malicioso-, casi no nos queda pasta, si quieres que tu novio pueda dormir bajo techo sin tener que prostituirte, será mejor que manguemos la gasofa... ¿Me acompañas a ver que hay en aquellos bidones? -le ofreció la linterna.
-¡No!-Cruzó los brazos cerrando los ojos, en actitud desafiante-Yo me quedo en el arcén a ver si pasa algún camionero que quiera que se la chupe.
-Cómo quieras, querida -dijo indiferente. Y dio media vuelta de nuevo hacia la gasolinera.
-¡Espérame, capullo! ¡Hijo de la grandísima puta!
-¡Ésta es la zorrita de la que me enamoré!-Le contestó su novio dejando caer al suelo la garrafa y cogiéndole el trasero con ambas manos.
-¿Se puede saber por qué coño has dejado el coche tan lejos de los surtidores, so gandul? -Dijo ella mientras, con las manos entrelazadas en su nuca, le daba suaves rodillazos, comprobando así lo “contento” que estaba.

Capítulo DOS.

CAPÍTULO 2.
-¿Pero y por qué mierda el capullo éste pasa por delante?-pensó Tannya, dando un portazo y poniendo punto muerto.-¿Es que no quiere pedirme un beso para que yo pueda negárselo?¿Para eso paso yo por detrás? El muy cerdo debe estar reservándose para esta noche...o madrugada, pensó mirando la luna casi llena que estaba ya en lo más alto. Pues se va a quedar con las ganas. ¿Cree que por ser el conductor es el único que se cansa de viaje? Se va a enterar....
Su "terrible venganza" consistió en pisar el freno un poquito mientras el empujaba. Sabía que la quería...y ella a él también...pero las doce horas de viaje no le habían hecho bien a ninguno de los dos. Y ya casi estaban en la gasolinera...soltó el freno de golpe y, al notar como el coche pegaba "un salto" hacia delante, sacó la cabeza por la ventanilla para ver a Lyss:
-¿Vas bien, mi amor?-preguntó lo más sarcásticamente qué pudo, viendo que el pobre chico había caído de rodillas.
-De puta madre, cariño mío...de puta madre...
Sonaba cansado, agotado. Puede que asustado(aunque Tannya no sabía de qué). Él jamás lo reconocía, pero las poquísimas veces que tenía miedo, hablaba así. O quizás estaba realmente exhausto . Sintió ternurilla por él, hasta le dio lástima...y pensar en esto, le dio risa.
-Tranquilo, casi hemos llegado. En media horita estarás en tu camita teniendo sueños bonitos, de eso se encargarán estas manitas que tanto te gustan...
¿Cuantos disminutivos he usado? ¿Ahora soy el puñetero vecino de los Simpson? De putísima, para una vez que le digo algo amable y pensará que me estoy burlando de él...me da hasta penita...
-¿Y si pedimos habitaciones separadas y así descanso un rato de ti?-Dijo Lyss interrumpiendo sus pensamientos.
Aunque por otra parte...-pensó Tannya irónicamente-ese maldito pederasta se merece todo lo que le pasa...y más aun.
-Ya hemos llegado, señorita-dijo Lyss apareciendo en su ventanilla, con una diligencia y caballerosidad muy exagerada-, ¿haría usted el honor de bajar y permitirme coger las llaves?-y le abrió la puerta.
-No soy tan inútil como tú, ¿sabes? Dijo ella arrojándole las llaves a la cara literalmente. Nada más hacerlo, se arrepintió. Y más aun cuando vio que le golpeó un ojo con ellas, y el pobre lo único que hizo fue decir un "¡Ay!", y agacharse a cogerlas. Se la quedó mirando como si no la conociera.
-¡Perdóname, cari!-dijo echándose a sus brazos.-He estado muy estúpida contigo todo el día, estoy harta de coche, pero seguro que tú estás peor...y tienes que aguantarme, y encima con esa sonrisita de gilipollas que sabes cuánto me gusta...lo siento...
-Heey...¿no dijimos que nunca pedirías perdón? Aguantarte tus locuras no me molesta, me encanta...y es el pequeño precio por tirarme a una fierecila bipolar...
-¡¿Precio?! ¡¿Acabas de decirme que soy una puta?!
-Una no... ¡La mejor del mundo!-dijo jugándosela, acercando una mano, disimuladamente, al pecho de la chica.
-Qué cabrón eres...Por eso me gustas, Lysandre -respondió ella cogiéndole ambas manos y metiéndoselas debajo de la camiseta-, por las cosas bonitas que me dices...
Lyss sacó de "ahí" sus manos. Alguien podía verles y tomárselo mal.
-Te quiero, mi niña-dijo apartando el flequillo de su novia-...
Pero un puñetazo en la boca del estómago le cortó la respiración y le hizo doblarse sobre sí antes de que pudiera besarle la frente. A Tania podías mandarla a la mierda mientras maldecías a sus muertos y llamándola zorrón...pero no podías decirle lo joven que era, ni por supuesto llamarla "niña" o "peque". Y él lo sabía. Puede que mejor que nadie de este mundo.
-¿Y si buscamos alguien que nos meta gasolina en el cacharro éste?-Dijo mientras se giraba y se alejaba hacia la tiendecita, meneando sensualmente sus caderas.
Top blogs de Libros