domingo, 15 de julio de 2012

Capítulo DIEZ.

CAPÍTULO 10.
-¿Crees que serás capaz de conducir hasta un hospital, Tannya? -Preguntó Lyss. Iba apoyándose en su chica, camino del coche, y acababan de pasar sobre el primer chico, junto al que había otro gato más pequeño- No creo estar en condiciones para hacerlo yo…
-Bueno -la chica estaba muy contenta: todo parecía acabar bien.  No parecía darse cuenta de lo mal que estaba Lyss-, me veo capaz de intentarlo Me has enseñado bien, ¿no?
-Lo he intentado… No eres una lumbreras, si no fuera por tu delantera, habrías muerto de hambre hace mucho
Una colleja cortó su risa. En toda la herida. Pero él era un chico duro:
-¡Zorra! -dijo dándole un fuerte guantazo en el trasero. Demasiado fuerte, quizás, no tenía todo el control de sus facultades en ese momento.- Sabes que es broma…
-¿Estás seguro -ahora fue un intento de beso lo que la chica interrumpió-, Lyss? ¿De verdad quieres empezar una pelea física?
Su mano iba tomando estratégicas posiciones por la entrepierna del chico
-Nah, estoy cansado, no me apetece volver a ganarte y tener que violarte…
-¿Quieres decir que apriete hasta tenerte de rodillas?
-¡Guapa!
-Tomaré eso como una rendición... -dijo riendo. Ya estaban junto a coche. Se tumbaron sobre él e hicieron todo lo factible. Y, por vez primera desde que se conocieron, fue ella la que dijo que no podía más y pararon.
-¡Uauh! ¡Enhorabuena, machote!-dijo a su chico ofreciéndole un cigarrillo que acababa de encender en su boca y agitando su melena- ¡Has superado en aguante a una ninfómana!
Lyss apenas rió. Cuando la chica le miró, quedó horrorizada de su aspecto: Estaba pálido y frío como la mismísima muerte. Lo malo del sesenta y nueve es que no le ves la cara a tu pareja, pensó asustada. Al parecer, había perdido más sangre de la que habían supuesto. O de la que había supuesto ella, quizás el chico no quería asustarla para tener “una buena despedida del Mundo”, como decía él. O para darle una buena despedida de novio a ella.
-Lyss, idiota, ¡¿Cómo me hace esto?! -parecía histérica, pero no se movió lo más mínimo- ¡Vamos al hospital!
-No hay gasolina…no sabes dónde está el hospital…ni conducir… -cogió el humeante cigarro de la mano de la chica, que estaba paralizada-. Mejor hacemos auto-stop.
Tannya siguió la dirección de su mirada. Un coche se acercaba hacia el pueblo. Un coche patrulla.
-No debí dejar con vida a aquel chico… seguro que él ha llamado a la pasma para quedar de víctima. Al menos te llevarán donde te pongas bien. -Le sonrió.
-Mira, cariño... el copiloto -hablaba muy pausada y vibrantemente, todo su ser temblaba, sobre todo sus delgados labios que, ahora morados y tiritantes, hacían tintinear el cigarro-, parece un cura. Al final sí que tendré mi extremaunción. Si de verdad hay un Cielo y voy a él, espero que los ángeles tengan tu cara -Tannya le besó la frente; cada vez temblaba más -. ¿Pero que tengan sexo, eh?
La chica, con lágrimas en los ojos, le quitó el cigarro, le besó suavemente, y se lo volvió a poner en la boca.
-Te amo, Tannya -añadió bajando los párpados y torciendo los labios en una sonrisa que hizo caer, aún encendido.
-Y yo a ti, Lyssandre…y yo a ti…-La chica se quedó mirando su palpitante sonrisa un momento más antes de coger el cigarro para que no se quemara, esta vez para dejarlo a un lado, y de subir los pantalones al pobre chico. Cuando lo hizo, otro beso en la frente de chico hizo que, sin abrir los ojos, levantara una mano hasta el pecho de la chica, que se la cogió. Cuando lo alcanzó, su sonrisa aumentó, mostraba tranquilidad y felicidad absolutas, y dejó de temblar.

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