miércoles, 20 de marzo de 2013

Ojalá pudiera decir que no va totalmente en serio

Me encanta tu gesto triste
Con ese toque de enfado
Que desde que sé que existe
Me ha tenido enamorado

Por hacerte sonreír
La vida me quitaría,
Pues no le temo al morir
Mientras tu boca sonría

No sé qué habrá tras la vida
Pero no me hará olvidar
Que contemplé tu sonrisa

Justo antes de expirar.
Más ñoñerías.

lunes, 18 de marzo de 2013

Dolor.


Ya no sé qué duele más
si el haber sido mentido
o el conocer la verdad
pero sé que me ha dolido
y por venir de ti, más.

domingo, 17 de marzo de 2013

Rómpeme

Sólo una cosa he encontrado
que duela más todavía
que un corazón destrozado
y reduciéndose a astillas:


Ese mismo corazón,

o lo que quede de él
tras su total destrucción,
un par de días después,


cuando todas sus astillas,

y los pequeños fragmentos,
se convierten en cuchillas
que se te clavan por dentro.






viernes, 15 de marzo de 2013

Capítulo 6.


CAPÍTULO 6.
-Pues no parece tan difícil…-Caminaban ambos en silencio, acababan de subir las escaleras de la entrada y se dirigían a través de pasillos llenos de alumnos que en el descanso entre clase y clase para salir a fumar, hablar con los de otras aulas o simplemente estirar las piernas. Desde que bajaron del furgón no habían cruzado palabra, ni tampoco miradas, e intentaba romper el hielo. Ella no contestaba.- ¿no?
-Calla-susurró como quien intenta escuchar un lejano e instantáneo murmullo-… ¿No ves que intento pensar?
 -¿En nuevos lemas para tus camisetas?-Era improbable, pero a lo mejor estaba enfadada de verdad porque no se la había puesto, y quería volver a sacar el tema. Le encantaba sacar temas incómodos, y no había tenido tiempo de incomodarla con otra cosa- Venga, estás más perdida que yo, cuando quieras dejas el papel de súper-girl que lo controla todo y comentamos qué vamos a hacer…
Era cierto. No tenía ni idea de por dónde empezar. Pero naturalmente, no pensaba darle la razón. Por suerte, se le daba bien improvisar y hacer como que sabía de todo.
-Capullo engreído… Es lo que me pareciste desde el principio y mira, no he fallado. Eso de que juzgar a la gente por la apariencia está mal debió decirlo alguien a quien se le daba mal hacerlo. Mira la foto -sorprendida de ella misma y de las conclusiones a las que estaba llegando en cuestión de décimas de segundo, sacó la foto de la carpeta-, mira su cara. Es evidente que es una consentida niñata de papá, por un lado, y una pobre cría con carencias afectivas por el otro.
-Lógico y evidente cuando tu papi es un político corrupto y tu mami su mujer trofeo.
“No me interrumpas”, iba a chillar dándole un puñetazo en el hombro. Pero se le ocurrió una mejor forma de superarlo y hacerle callar:
-Tan evidente como la cara de furcia que tiene. –Se sentaros en unos escalones frente a la puerta de la clase en la que debería estar- Algo me dice que busca amor por otros sitios. Sí, creo que ya sé cómo nos la llevaremos…
-Amor y emoción. Mírala- Volvió a interrumpirla-. Estaba justo ante ellos, hablando con el profesor, que acababa de salir-. No deja de toquetearse el pelo y el escote… Es millonaria, pero prefiere comprar aprobados con su cuerpo… Sigue. ¿Cómo piensas sacar de aquí al blanco de todas las miradas sin que se note?
-Precisamente. Sigues sin ver lo discretas que llegan a ser mis camisetas en el ambiente adecuado-antes de acabar de decirlo se dio cuenta de que no era un buen símil, no tenía nada que ver una cosa con la otra-. Tú y yo nos haremos pasar por novios en busca de nuevas experiencias, que es precisamente lo que esa zorra tiene pinta de andar buscando. Así que nos colaremos en la clase, nos sentaremos a su lado, y tienes algo menos de media hora para convencerla para un trío, ¿ok? Cosa que JAMÁS sucederá. Así que ve quitando esa cara de gilipollas y no te hagas ilusiones.
-¿Y cómo conseguiremos sentarnos a su lado? No sé cómo se vería desde tu lado, pero por lo que recuerdo del instituto, no resulta muy sencillo sentarse tras la chica guapa…
-Fácil-cogió la chaqueta del chico, que la llevaba en una mano, se la anudó a la cintura realzando aún más su figura y, dando una vuelta de bailarina, se puso de pie frente a él con una gran sonrisa-. Resulta que esa puta ya no es la más guapa de la clase.



jueves, 14 de marzo de 2013

En los acrósticos se perdonan las pequeñas faltas métricas, ¿no?

Te quiero, y demasiado,
aunque tú no te lo creas
no he sabido demostrarlo
ni sé hacerte que lo veas
y no dejaré de intentarlo
aunque tú ya no me quieras.
.


lunes, 11 de marzo de 2013

domingo, 10 de marzo de 2013

Tridimensional.

¿¿A que hipnotiza??
Cómo hacer un cubo en tres dimensiones.
Más GIFs.

Problemas...

Un día más, salió de casa dando un portazo. Había vuelto a discutir con sus padres. Un cuatro y medio en mates no es destrozarse la vida, pensó al cruzarse con un indigente. Había cosas peores, como aquella chica del insti que se quedó embarazada con dieciséis años, el drogata del parque...o lo que se había hecho en las muñecas poco antes de empezar a gritar a su madre. Eso mismo que no sabía muy bien por qué hacía, pero con lo que se sentía bien. Lo mismo que sus padres habían decidido tomar por un intento de llamar la atención y cuya respuesta ante ello era ignorarlo.

Más historias.

Vacío.

Una vez más, llegó a casa, fue directamente a la habitación, dejo todo tirado en el suelo y se dejó caer sobre la cama sin hacer. No había sido un buen día. Pero tampoco malo. Sólo un día más. Otra jornada que acababa como la anterior y como, probablemente, acabaría la siguiente. Nada especialmente bueno ni malo ocurría nunca. Esa rutina acabaría con su vida. Ya no pedía un motivo para reír, ni siquiera para sonreír, se conformaba con uno para llorar. Una razón por la que estar triste, algo de lo que poder quejarse, alguien a quien odiar. Pero nada. No tenía absolutamente nada. Pero tampoco de nada le faltaba, ni siquiera tenía “necesidad” de algo. De algo concreto. Porque eso era precisamente lo que ansiaba: algo.
No algo bueno, simplemente algo. Una preocupación, un problema, un secreto. Un enemigo.  Un amor imposible. Una razón por la que existir. Un sentimiento. No sentía absolutamente nada. Puede que deseos. El deseo de saber qué desear. Y también vacío. Sí, sobre todo sentía vacío. Un enorme vacío existencial del que apenas alcanzaba a ver los límites: otras épocas de su vida, aparentemente lejanas, en las que sentía…cosas. Pero no, no lograba recordar cómo era eso de sentir.
Estiró el brazo hacia el escritorio sin levantarse de la cama (ventajas de tener un cuarto pequeño) y cogió un folio que parecía estar en blanco. Al menos por una cara, pues por la otra estaba pintarrajeado y lleno de tachones. Se resignó y se quedó con la parte limpia, pues para coger las hojas sin usar tendría que levantarse. ” ¿Por qué será considerada un pecado la pereza? Ni siquiera es agradable…”pensó mientras sacaba de su bolsillo el lápiz sin afilar que siempre solía llevar encima No sabía sobre qué escribir, el gran vacío de su interior también había acabado con su antigua creatividad. Cuando se dio cuenta, estaba garabateando. Otra hoja menos. Como si tuviera qué hacer con ellas…
Volvería a reutilizarla, seguro. Puede que en ese mismo instante. Sí, quedaba sitio de sobra entre los incoherentes trazos de su lápiz. Escribiría un poema. Sí, arte mayor, un soneto. Escribiría un soneto a… Ojalá tuviera a qué o quién escribirle. ¿Al vacío? No, no funcionaría. O tal vez sí. Pero en prosa. Y en tercera persona. Sobre todo eso, que parezca que habla de otra persona y que no se note que se siente así realmente. Empezaría con algo así como “otra vez”, ”de nuevo” o “una vez más”, repetiría un montón de veces la palabra vacío, como una media docena de veces. Y acabaría diciendo que no sabía cómo acabar, poniendo unos puntos suspensivos, por ejemplo…

sábado, 9 de marzo de 2013

viernes, 8 de marzo de 2013

Amanece...

Pero qué feo es este día,
Me dije aquella mañana,
Viendo cómo amanecía,
Asomado a la ventana.

El cielo estaba muy claro,
Aunque la noche pasada
Había estado diluviando,
Y olía a tierra mojada.

Rayos de sol relucían,
Tras una iglesia cercana,
Desde la que ya se oían,
Repicando las campanas.

También podían escucharse,
Si se prestaba atención,
A la tormenta alejarse,
Y el canto de algún gorrión.

Se movía a su compás,
Y por Céfiro mecido,
Aquel enorme nogal
Donde se encontraba el nido.

Era una brisa muy suave,
Y que traía consigo
Dulces aromas florales
Y un agradable fresquito.

Era aquél, sin duda alguna
Otro amanecer amargo:
ya se escondía la luna
y tú no estabas a mi lado.

jueves, 7 de marzo de 2013

El licántropo


Una noche más, salió en busca de incautas presas. Seguía sin acostumbrarse a aquel suelo pavimentado tan frío y duro, pero no podía volver a los campos: demasiados campesinos sedientos de venganza peinaban cada noche las tinieblas de los bosques buscando un culpable de su ruina…y sus difuntos. Al principio intentaba controlar sus nuevos y sanguinarios instintos, y cuando no podía, cazaba bestias salvajes, pero ya hacía tiempo que había aprendido a superar sus remordimientos, no le importaba acabar con la vida de los que antes eran sus conocidos e incluso amigos. Los humanos, ese asqueroso colectivo al que antes pertenecía, resultaban ser unas presas extraordinariamente sencillas de abatir.
 Las desapariciones despertaron una profunda sensación de miedo entre los aldeanos, pero de haber seguido así, la situación tal vez no habría llegado a tales extremos, pues no desató la ira de los lugareños hasta que empezó a atacar sus ganados. La carne de las domesticadas reses resultaba más sabrosa que la de las alimañas del bosque, y era incluso más fácil de conseguir que la humana, pero no tuvo en cuenta aquella cita que memorizó en sus aparentemente lejanos años de escolar, “El hombre olvida antes la muerte del propio padre que la pérdida del patrimonio”.
Y fue justo lo que pasó,  asesinó a docenas de campesinos durante lunas, y éstos no hicieron más que volver a casa con las últimas luces del ocaso y atrancar la puerta antes de dormir; pero en cuanto faltaron unas cuantas vacas y ovejas se plantearon reducir a cenizas la frondosa floresta que rodeaba la aldea, algo que no podía permitir. Ya no se consideraba, por suerte, perteneciente a repulsiva humanidad, ahora era parte de “la Naturaleza”, una bestia más, que luchaba por sobrevivir, no por someter, mataba por necesidad, no placer...aunque en su vida de antes no pudo ni imaginar un goce semejante al que experimentaba al sentir gorgotear en su boca la sangre emanante de la garganta de su víctima, llevándose, arrebatándole, “bebiéndose” su vida. Era un fluido cálido y pegajoso, repugnante cuando se paraba a analizarlo en los escasos momentos de lucidez que le permitía el estado de trance en el que salía a cazar, pero que disfrutaba con un deleite indescriptible mientras lo saboreaba.
Pero de ninguna manera podía consentir que por su culpa fuera destruido el bosque en el que habitaban las bestias que ahora consideraba  de su familia más que los hermanos con los que se crio. Aunque se alimentase de ellas. Volvió a intentar curarse, a reprimir su sed de sangre, pero no logró resistir así mucho tiempo. Volvió a verse forzado  a matar en el bosque. Tampoco consiguió mantenerse así demasiado, así que, resignado, retomó su hábito nutrirse a base de hombres, aunque totalmente decidido a no tocar ni una gallina del pueblo. Pero los habitantes no estaban dispuestos a consentirlo, y sembraron los límites de la aldea, los campos de cultivo e incluso los caminos de trampas, dispuestos a acabar con él de una vez por todas.
De modo que no fue por propia voluntad, le obligaron a alimentarse de humanos, pero no en aquellos hermosos parajes, sino en otro más desapacible, un lugar de fría piedra en el que no podía encontrar el cobijo de los árboles, ni el amparo de la oscuridad de la noche, que allí era mancillada con desagradables luces artificiales brillando en cada rincón, y que no cesaban hasta el amanecer. Sin embargo, aquel lugar estaba plagado de seres inofensivos y bastante inútiles, era bastante similar a los corrales de la aldea por lo que no le resultaba del todo desagradable, a efectos prácticos, era perfecto: si bien de día había abundantes presas donde escoger, de noche aquellos repulsivos seres con los que cada vez se identificaba menos, escaseaban bastante más, pero iban en solitario por las desiertas calles.
De día podía pasar desapercibido entre la multitud, a pesar de que su aspecto físico variaba lenta pero inevitablemente, difiriendo cada vez más del humano aspecto que tenía antes. Pero no más de lo que se diferencia una espina de una brizna seca de trigo: era una aguja en un pajar, en uno enorme. Además, si era necesario, conocía ciertos sectores de la ciudad en los que, entre mendigos y vagabundos, podría pasar desapercibido incluso cuando los viejos harapos con los que se cubría iban cubiertos de sangre fresca. Ya sólo le faltaba escoger, entre tantos, un espécimen sano junto con el que perpetuar su especie. Pero no esta noche. Tenía hambre. Mucha.


miércoles, 6 de marzo de 2013

martes, 5 de marzo de 2013

ARMAS CASERAS 9 Ballesta triple.

Ésta, aunque sea una tontería, como todas, la incluyo en peligrosas pero no por las consecuencias que pueda tener, ya que es improbable que sean graves, sino porque es muy fácil que salga mal y el tiro te salga por la culata casi literalmente.
Se necesitan varias gomas elásticas, cuantas más mejor, puesto que son la munición, y un mínimo de tres para que tenga gracia la ballesta TRIPLE, y, además, un escalímetro. Es una regla de forma triédrica de las que usan los arquitectos que quieren parecer "profesionales" con muchos instrumentos raros y los ingenieros vagos a los que para multiplicar por 250 no les apetece dividir entre 4 y añadir 3 ceros. Evidentemente, no espero que nadie se compre un cacharro de éstos, lo pongo por si es el que tenéis en clase o en la oficina, y porque es el que tengo yo, pero la idea puede aplicarse a cualquier objeto que tenga más o menos esta forma...
 No hay que construir nada, sólo meter tres gomas en cada uno de los tres lados del escalímetro éste, dejándolas más "metidas" en un extremo que en el otro. Es más fácil(y más seguro) ponerla primero por el lado que hay que meterlas mucho, y que si es al revés, se te escapará y podrías darte en la cara a ti mismo antes de empezar.
 Una vez colocadas las gomas, se pone una parte vertical, y mirando sobre ella como en la mira de un arma, se apunta. Es bastante fácil y preciso. Para disparar, habiendo dejado hacia sí el extremo en el que las gomas están menos encajadas, basta con empujarle un poquito con el dedo.
Y y está. Lo típico de no apuntar a la cara y too eso, y además que tengáis cuidado de no dejarlas muy sueltas o se disparará sola, cosa que según Murphy pasará justo cuando la hayas cogido al revés y te dará en el ojo. Así que cuidado e.e

Más armas caseras for dummies.

Top blogs de Libros