jueves, 14 de febrero de 2013

Veinte añitos


Y entonces tedas cuenta: ya no eres lo que eres. Se acabó ser un “tináyers”como dicen los ingleses, ahora tu edad empieza por un dos. Piénsalo, cuando tengas el doble de años a las espaldas no podrás hacer lo que ahora. Cuando tenías la mitad, tampoco. Entrénate cuanto quieras, estudia hasta reventar, jamás pudiste ni podrás volver a hacer tantas flexiones o recordar tantas letras de canciones, con cuarenta tacos no podrás levantar cien kilos, con diez añitos no podías entender las integrales. Estás en la cima, el clímax, la súper guinda encima de la guinda normal encima del, quieras reconocerlo o no, alucinante pastel que es tu vida. Ya sólo queda descender. Y aprovechar el momento, por supuesto. Carpe diem, decían los romanos de hace milenios. Y, ¿cómo lo haces? Contando flexiones y tarareando canciones.
Hace una década, puede que un lustro, tenías toda la vida por delante, todas los caminos abiertos, podrías hacer lo que quisieras. Ser delantero centro jugando el mundial, tu fama sería tal que los traficantes asiáticos falsificarían camisetas con tu nombre intentando robar las migajas de tu inmensa riqueza. Tal vez viajarías al espacio, serías el primer ser humano en pisar el planeta rojo buscando personalmente pruebas de vida extraterrestre, un leve giro de tu cuello te proporcionaría una mejor perspectiva de aquel inhóspito paisaje que la que podrían conseguir cien ingenieros mejorando día a día durante años su robot espacial con camarita hachedé.
Si sobra tiempo, llenarás estadios con miles, decenas de miles, puede que centenares de miles  de chicas bonitas deseosas de hacer contigo eso que aún no sabes muy bien en qué consiste pero estás impaciente por probar. Se tatuarán, se drogarán, se cortarán, vomitarán, harán todo lo que sea por parecerse a ti mientras ahorran para ir a verte en persona a un concierto que grabaran con el móvil por si fuera el último que das antes de tu prematura muerte, pero no, no serás así. Serás un ejemplo a seguir, harás recapacitar a los jóvenes que, como tú, escuchan más a su cantante favorito que a sus propios padres. Y por qué no, harás carrera en el cine, tu nombre en el cartel de la peli que se pelean por arrancar de la puerta del cine agotará entradas una semana antes del estreno. Puede que no te haga ganar un céntimo, pero la sensación de que en todo el mundo se bajan tu peli en vez de verla online para poder verte en alta definición una y otra vez, no es comparable ni a tirar la mochila al llegar del insti y dejarte caer en la cama sin una puta preocupación en tu jodida cabeza…salvo que se te escapen palabras como “puta” o “jodida” delante de tu familia.
Y de repente, dos decenios enteritos desde el mal día en que viniste a este mundo. No eres virtuoso en ningún deporte, en ningún instrumento. No destacas en nada desde que fuiste el favorito de tu abuela que, por cierto, ya está muerta. Se te daba bien estudiar o, más bien, aprobar sin tener que estudiar demasiado, pero la carrera que escogiste es demasiado. Puede que abandonarla sea la mejor opción. No quieres trabajar con corbata, no tienes ningún afán de ser millonario, te conformas con poquito, con un boli y una libreta en la que escribir sonetos que sólo tú crees buenos(y no es porque sólo tú los lees)eres feliz. Y eres casi autosuficiente, das clases a un par de críos los sábados por la mañana y puedes costearte tus caprichos. O eso te dices para sobrellevar el día a día. Hasta que un suspenso, un rechazo amoroso o una factura desorbitada en el móvil te devuelve a la asquerosa realidad. Estudiarás con esfuerzo algo que medianamente te resulta interesante hasta que las becas y tus padres puedan mantenerte y tengas que dejarlo para currar si acabaste como si no. Entonces, con mejor o peor situación en una de esas enormes empresas que ahora odias y pronto te explotará, esperarás ansiadamente un ascenso, un aumento, unas vacaciones que poder aprovechar para hacer horas extras para adelantar una letra de tu hipoteca súper flexible. Esperarás y esperarás hasta jubilarte y ya sólo queda esperar y esperar a morirte… y si te aburres, puedes pensar en cómo desperdiciaste los veinte.



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