Y entonces tedas cuenta: ya no eres lo que eres. Se acabó
ser un “tináyers”como dicen los ingleses, ahora tu edad empieza por un dos.
Piénsalo, cuando tengas el doble de años a las espaldas no podrás hacer lo que
ahora. Cuando tenías la mitad, tampoco. Entrénate cuanto quieras, estudia hasta
reventar, jamás pudiste ni podrás volver a hacer tantas flexiones o recordar
tantas letras de canciones, con cuarenta tacos no podrás levantar cien kilos,
con diez añitos no podías entender las integrales. Estás en la cima, el clímax,
la súper guinda encima de la guinda normal encima del, quieras reconocerlo o
no, alucinante pastel que es tu vida. Ya sólo queda descender. Y aprovechar el
momento, por supuesto. Carpe diem, decían los romanos de hace milenios. Y,
¿cómo lo haces? Contando flexiones y tarareando canciones.
Hace una década, puede que un lustro, tenías toda la vida
por delante, todas los caminos abiertos, podrías hacer lo que quisieras. Ser
delantero centro jugando el mundial, tu fama sería tal que los traficantes
asiáticos falsificarían camisetas con tu nombre intentando robar las migajas de
tu inmensa riqueza. Tal vez viajarías al espacio, serías el primer ser humano
en pisar el planeta rojo buscando personalmente pruebas de vida extraterrestre,
un leve giro de tu cuello te proporcionaría una mejor perspectiva de aquel
inhóspito paisaje que la que podrían conseguir cien ingenieros mejorando día a
día durante años su robot espacial con camarita hachedé.
Si sobra tiempo, llenarás estadios con miles, decenas de miles,
puede que centenares de miles de chicas
bonitas deseosas de hacer contigo eso que aún no sabes muy bien en qué consiste
pero estás impaciente por probar. Se tatuarán, se drogarán, se cortarán,
vomitarán, harán todo lo que sea por parecerse a ti mientras ahorran para ir a
verte en persona a un concierto que grabaran con el móvil por si fuera el
último que das antes de tu prematura muerte, pero no, no serás así. Serás un
ejemplo a seguir, harás recapacitar a los jóvenes que, como tú, escuchan más a
su cantante favorito que a sus propios padres. Y por qué no, harás carrera en
el cine, tu nombre en el cartel de la peli que se pelean por arrancar de la
puerta del cine agotará entradas una semana antes del estreno. Puede que no te
haga ganar un céntimo, pero la sensación de que en todo el mundo se bajan tu
peli en vez de verla online para poder verte en alta definición una y otra vez,
no es comparable ni a tirar la mochila al llegar del insti y dejarte caer en la
cama sin una puta preocupación en tu jodida cabeza…salvo que se te escapen
palabras como “puta” o “jodida” delante de tu familia.
Y de repente, dos decenios enteritos desde el mal día en que
viniste a este mundo. No eres virtuoso en ningún deporte, en ningún
instrumento. No destacas en nada desde que fuiste el favorito de tu abuela que,
por cierto, ya está muerta. Se te daba bien estudiar o, más bien, aprobar sin
tener que estudiar demasiado, pero la carrera que escogiste es demasiado. Puede
que abandonarla sea la mejor opción. No quieres trabajar con corbata, no tienes
ningún afán de ser millonario, te conformas con poquito, con un boli y una
libreta en la que escribir sonetos que sólo tú crees buenos(y no es porque sólo
tú los lees)eres feliz. Y eres casi autosuficiente, das clases a un par de
críos los sábados por la mañana y puedes costearte tus caprichos. O eso te
dices para sobrellevar el día a día. Hasta que un suspenso, un rechazo amoroso
o una factura desorbitada en el móvil te devuelve a la asquerosa realidad.
Estudiarás con esfuerzo algo que medianamente te resulta interesante hasta que
las becas y tus padres puedan mantenerte y tengas que dejarlo para currar si
acabaste como si no. Entonces, con mejor o peor situación en una de esas enormes
empresas que ahora odias y pronto te explotará, esperarás ansiadamente un
ascenso, un aumento, unas vacaciones que poder aprovechar para hacer horas
extras para adelantar una letra de tu hipoteca súper flexible. Esperarás y
esperarás hasta jubilarte y ya sólo queda esperar y esperar a morirte… y si te
aburres, puedes pensar en cómo desperdiciaste los veinte.
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