viernes, 15 de febrero de 2013

Roca costera

De una forma irremediable,
en su árida posición,
escuchaba nuestra roca
la redundante canción:

acercábanse las olas
para alejarse después
todo el tiempo las oía;
jamás se dejaban ver.

Sí que podían verse a veces,
en los días de fuerte viento,
lejana salpicaduras
ascender casi hasta el cielo.

Esto le hacía recordar
la imborrable noche aquella
en que el apacible mar
tornose indomable bestia.

Relámpagos refulgían,
iluminábase el cielo,
grandes barcos zozobraban,
encallaban los pequeños.

Se oía entre el viento y los truenos
el graznar de las gaviotas,
pues ni siquiera estas aves
pudieron prever tal cosa.

y por fin pudo la roca
observar, emocionada
como una ola mayor
con su espuma la besaba...

Tal vez en muchos años,
se permitía soñar,
regresaría aquella ola
para dejarse abrazar.


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