Pero qué feo es este día,
Me dije aquella mañana,
Viendo cómo amanecía,
Asomado a la ventana.
El cielo estaba muy claro,
Aunque la noche pasada
Había estado diluviando,
Y olía a tierra mojada.
Rayos de sol relucían,
Tras una iglesia cercana,
Desde la que ya se oían,
Repicando las campanas.
También podían escucharse,
Si se prestaba atención,
A la tormenta alejarse,
Y el canto de algún gorrión.
Se movía a su compás,
Y por Céfiro mecido,
Aquel enorme nogal
Donde se encontraba el nido.
Era una brisa muy suave,
Y que traía consigo
Dulces aromas florales
Y un agradable fresquito.
Era aquél, sin duda alguna
Otro amanecer amargo:
ya se escondía la luna
y tú no estabas a mi lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario